lunes, 7 de noviembre de 2011

Estados Unidos y América Latina: Nada es lo que parece

La manera cómo se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría...
El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra.
Carl Marx

Democracias representativa y participativa 
vs. los países totalitarios 

Resulta curioso escuchar a los “social-demócratas” hablar de democracia participativa donde abundan los conceptos de ética y moral, muy particulares por cierto; y criticando a los países democráticos de libre mercado, como corruptos, neoliberales, injustos, crueles y criminales porque hay grupos sociales en contra del “establishment”.

El más conocido mundialmente “Occupy Wall Street”. Para los “social-demócratas”, que en Puerto Rico niegan su vinculación al Socialismo del Siglo XXI Bolivariano, este movimiento representa algo grandioso. Lo bautizan como democracia participativa en un concepto de insurrección al poder del gobierno elegido democráticamente por la mayoría a travéz del voto. Pero resulta que en América Latina no hay espacio para los Ocuppy, ya lo dijo Chávez, "aquí que ni se les ocurra porque van a ver como les va".

Es muy importante saber las definiciones de todos estos conceptos y traerlos a la realidad histórica porque es así como se separa la paja del grano. No es lo mismo lo que se dice que lo que se hace y la ética y la moral se desvirtúan grandemente en detrimento del bienestar común. 

La social democracia plantea... 
1. Una economía mixta que consta tanto la propiedad privada y de propiedad pública o los programas subvencionados de educación, cuidado de salud universal, cuidado infantil y los relacionados servicios sociales para todos los ciudadanos.

2. Un amplio sistema de seguridad social, con el objetivo declarado de contrarrestar los efectos de la pobreza y asegurar a los ciudadanos contra la pérdida de ingresos a raíz de enfermedad, desempleo o jubilación.

3. Organismos gubernamentales que regulen la empresa privada en defensa del trabajador y de los consumidores, garantizando los derechos laborales (es decir, apoyar el acceso de los trabajadores a los sindicatos), y de los consumidores la protección y la competencia de mercado.

4. Ecologismo y protección del medio ambiente a través de las leyes, por ejemplo, la financiación de energía alternativa, además recursos y leyes destinados a combatir el calentamiento global.

5. Sistemas de impuesto progresivo para financiar los gastos del gobierno.

6. Una política social secular y progresista.

7. Inmigración y multiculturalismo.

8. El comercio justo en libre comercio.

9. Una política exterior de apoyo a la promoción de la democracia, la protección de los derechos humanos y en lo posible, a partir del multilateralismo.

10. Promoción de la justicia social, los derechos humanos, derechos sociales, derechos civiles y libertades civiles.

y me pregunto ¿No es esto lo mismo que democracia liberal como lo es en los Estados Unidos? y entonces ¿por qué lo critican y no lo practican en sus propios países? 

Socialismo del Siglo XXI 
El socialismo del siglo XXI es un concepto que aparece en la escena mundial en 1996, a través de Heinz Dieterich Steffan. El término adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, desde el V Foro Social Mundial.

Henry Dietrich Steffan en la presentación de su libro.
En una entrevista que le hicieran en la revista Mariátegui en México le preguntaron lo siguiente: ¿No le preocupa que el nombre de democracia participativa que utiliza para el Socialismo del Siglo XXI, se pudiera confundir con el mismo término que promueve Washington y propagandizan sus ONGs?
- No, porque cualquier concepto, por supuesto, puede ser abusado. Lo que importa es, el contenido de los conceptos y en este caso la institucionalidad que propongo para la democracia participativa o lo que es lo mismo, el Socialismo del Siglo XXI, esta muy claro que es incompatible con cualquier programa de ONG capitalista, porque es una economía, no de mercado, mostrada en la participación real de la gente, un estado no clasista sino mayoritario y una democracia no plutocrática sino de las mayorías. De tal manera que las tres instituciones de la sociedad no burguesa definen claramente lo que entienden por democracia directa o participativa, y no hay ninguna manera que el capitalismo se apropie de esa concepción.  http://www.aporrea.org/ideologia/n82262.html



El modelo de Estado socialista del socialismo del siglo XXI es un socialismo revolucionario que viene directamente de la filosofía y la economía marxista, y que se sustenta en cuatro ejes: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y protagónica y las organizaciones de base. Dieterich, en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx sobre la dinámica social y la lucha de clases.

Dieterich profundiza la teoría marxista y la actualiza en el mundo de hoy, incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, develando sus limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre de explotación. Resumiendo, el socialismo del siglo XXI supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar el desarrollo.

Democracia Participativa 
Democracia participativa es una expresión amplia, que se suele referir a formas de democracia en las que los ciudadanos tienen una mayor participación en la toma de decisiones políticas que la que les otorga tradicionalmente la democracia representativa. Es una de las democracias más usadas en el mundo.

Puede definirse con mayor precisión como un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. En la actualidad se manifiesta usualmente por medio de referendos o plebiscitos que los representantes elaboran para consultar de iniciativas de consulta que los ciudadanos presentan a los representantes.

En una etapa más avanzada, el proyecto fundamental de la democracia participativa es la creación de un mecanismo de deliberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, esté habilitado para manifestarse por igual con puntos de vista tanto mayoritarios como minoritarios ... Sin negar que todo sistema democrático eventualmente ha de descansar en decisiones mayoritarias, los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado
WIKIPEDIA

Hasta ahora suena muy bonito pero, ¿cuál es la realidad? La realidad es que los social-demócratas apoyan la democracia participativa al estilo Socialismo del Siglo XXI, pero no quieren que los relacionen con los representantes de esa ideología como lo son los nuevos dictadores que hablan del hombre nuevo como lo hace Chávez, Rafael Correa y Mahmud Ahmadineyad entre otros ¿Qué les parece? 
Es pertinente preguntarnos ¿Por qué los latinoamericanos emigran hacia los Estados Unidos masivamente si supuestamente hay democracia, crecimiento económico y distribución equitativa de la riqueza?

El escritor Carlos Alberto Montaner explica en su columna publicada en el Miami Herald hoy 6 de noviembre de 2011, titulado “El Poder y la Muerte” cómo los caudillos utilizan un discurso populista para convencer a las masas para que los elijan y luego se convierten en dictadores que persiguen a la oposición, perpetuarse en el poder y cuando les llega la hora de la muerte dejan a sus herederos, el caos de la desorganización de los gobiernos en detrimento de la democracia. Juzgue usted...

Ocho presidentes norteamericanos murieron mientras ocupaban la Casa Blanca. Cuatro fueron víctimas de enfermedades: William H. Harrison, Zachary Taylor, Warren Harding y Franklin D. Roosevelt. Cuatro fueron asesinados a tiros: Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John F. Kennedy. Otros seis estuvieron a punto de morir a manos de locos o criminales, pero se salvaron: Andrew Jackson, Teddy Roosevelt, Harry S. Truman, Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan.  Estas enormes conmociones políticas no perturbaron la marcha de las instituciones.

Los vicepresidentes ocuparon pacíficamente la casa de gobierno, los cadáveres fueron solemnemente enterrados, se erigieron unos cuantos monumentos, hubo una bonita edición de sellos de correo, acuñaron alguna calderilla, la sociedad se secó las lágrimas y continuó sus actividades. Aquí no ha pasado nada. 

Ése es el extraordinario aporte de Estados Unidos a la historia contemporánea: un modelo de Estado basado en la ley y en el funcionamiento de las instituciones, legitimado por el consentimiento de los gobernados, en el que el peso de las personas seleccionadas para dirigirlo provisionalmente es poco significativo, aunque se trate de gigantes como Jefferson o Lincoln. Las sociedades que han seguido de cerca esa influencia norteamericana, sometiéndose realmente al imperio de la ley, han conquistado la estabilidad y el progreso continuado. 

Pero existen otros modos de gobernar. Esto viene a cuento de la fragilidad de los sistemas caudillistas. En Venezuela, en las filas del chavismo, hay pánico ante la posibilidad muy real de que el cáncer acabe con la vida de Hugo Chávez y se desmorone un Estado que descansa en la excepcionalidad de un personaje singular que utiliza los recursos del país como se le antoja, y al que sus partidarios se le subordinan no por su inteligencia o por su calidad como gerente de la cosa pública, sino porque asigna privilegios y porque es el jefe de la manada, el mono Alfa que lidera al grupo a dentelladas y gruñidos.

Los venezolanos ya han pasado por eso. Entre 1908 y 1935 mandó en el país, a patadas, el general Juan Vicente Gómez, un caudillo rural feroz y taimado, sin ningún escrúpulo, que de alguna manera echó las bases de la Venezuela moderna gracias a la explotación del petróleo y, de paso, acumuló un inmenso capital producto de la corrupción. Pero un día, a sus 78 años, le fallaron los riñones y murió. ¿Qué ocurrió? Casi inmediatamente sus sucesores, que eran sus subalternos, comenzaron a desmontar la dictadura.

Antes de seis meses, la enorme fortuna acumulada durante 27 años de tiranía fue confiscada por el Estado y Venezuela, poco a poco, fue abandonando aquella primitiva organización basada en la autoridad personal de un jefe intimidador para tratar de construir un Estado estructurado en torno a leyes e instituciones. En realidad, los venezolanos no lo lograron del todo hasta 1959, cuando Rómulo Betancourt inició un periodo democrático que duró cuarenta años, pero esa experiencia naufragó en 1999 al ganar las elecciones Hugo Chávez y retornar al país el nefasto sistema caudillista.

Lo que suele ocurrir es que los caudillos se llevan a la tumba los regímenes que crearon. El poder y la fuerza que acumulan en vida los logran a costa del debilitamiento del Estado. Por sólo poner tres prolongados ejemplos, esto sucedió con la dictadura dominicana de Rafael Leónidas Trujillo a partir de su ejecución en 1961, con la del portugués Oliveira Salazar tras su muerte en 1970 (era tal el miedo que inspiraba que gobernó descerebrado durante dos años tras caerse de una silla), y con la del general Francisco Franco en 1975. En los tres casos, la descomposición de los regímenes que crearon y gobernaron con mano de hierro comenzó con la descomposición de los egregios cadáveres de los fundadores.

En 1776, cuando los norteamericanos se lanzaron a la lucha contra Inglaterra, y en 1787, cuando redactaron la Constitución, tenían dos escollos tremendos: la recelosa convivencia entre trece excolonias soberanas en una nación común, y la transmisión organizada de la autoridad en un Estado que carecía de la indiscutible fuerza estructural que emana de la monarquía.

Nadie en Europa apostaba un dólar por la supervivencia de aquel audaz experimento. Basta leer los papeles de las cancillerías del Viejo Mundo de aquella época. Pero lo cierto es que, contra todo pronóstico, funcionó. Por eso los presidentes norteamericanos pueden morirse tranquilamente en la Casa Blanca. Los caudillos, en cambio, son muertos que generan el caos. Tras ellos suele venir el diluvio. 

Escritor y periodista. Su último libro es la novela La mujer del coronel (Alfaguara, 2011). www.firmaspress.com © Firmas Press 

¿Qué les parece?

Los Estados Unidos de América se fundaron en 1776, en la base religiosa de “In God we Trust” es una democracia liberal que acoge los conceptos de democracia participativa y democracia representativa con una economía de mercado capitalista, se respeta la diversidad religiosa y la libertad de culto. Han pasado 43 presidentes, han logrado superar la esclavitud, el igualdad de derechos de los negros y las minorías, la igualdad del voto para los negros y las mujeres, entre otros issues, desde movimientos liderados por hombres y mujeres como Martin Luther King, Jr., Rosa Parks, y Abraham Lincoln.

Esto no es negativo, como quieren hacerle creer los social-demócratas con su aura de “igualitarismo” donde piensan que con distribuir equitativamente la riqueza van a terminar con la pobreza. Esto no es tan simple como ellos lo plantean ni es la realidad.


Juzgue usted 

El discurso de la lucha de clases de los socialistas, en la que ellos sustentan sus creencias es una absurda porque en los países socialistas existe la pobreza y más extrema que en Estados Unidos, entonces, ¿cómo justifican esto? Sencillo, le echan la culpa a terceros, en este caso a los mismos Estados Unidos. ¿Les parece haber escuchado anteriormente, la culpa es del embargo, del neoliberalismo, de la explotación de los pobres, de la avaricia de la oligarquía? ¿Es Estados Unidos responsables de la pobreza en América Latina o es falta de atención de los mismos latinoamericanos?

Estados Unidos ha sido el país de las oportunidades donde los millonarios abundan, existe una clase media trabajadora y una población pobre con ayudas sociales. Es un facilitador de oportunidades como educación universitaria gratuita para los pobres y paga justa en el empleo debido a un salario mínimo. 
Esta es la realidad y la verdad. 

Hoy vemos en El Nuevo Día a una Sila Calderón condenando al partido del gobierno progresista porque no se ha acabado con la pobreza, me parece su posición como una falta de respeto a la inteligencia de los puertorriqueños, más cuando durante su gobernación comenzó el desbarajuste financiero para la clase media y pobre por sus posturas mezquinas paralizando un proyecto de país dirigido por Pedro Rosselló y el embeleco de las comunidades especiales. 
En Latinoamérica las divisiones de clases sociales también existen, hay millonarios, pero resulta que son aliados del regimen que gobierna porque si son opositores los persiguen y los expropian, esta práctica propicia la corrupción en detrimento de los gobernados.

Lo que pasa en estos países en relación a la pobreza, la corrupción, la crueldad, la falta de respeto a los derechos humanos, civiles y de los trabajadores es preocupante comparado con los problemas en los Estados Unidos. Los líderes en Latinoamérica no tienen moral para criticar a los Estados Unidos, tampoco tienen ética para juzgar hechos como la crisis bancaria, el alto desempleo y las fortunas de los ricos o la participación en guerras porque en sus países también ha existido, existe y lo que es peor fomentado desde el mismo gobierno y sus caudillos. 

Los grupos sociales tienen que aprender mucho de la historia contemporánea porque resulta que sus posturas se alejan mucho de la realidad, no todo lo que dicen sus héroes es verdad, todos se aprovechan de sus debilidades, indiferencia, de su capacidad de análisis y falta de inteligencia para manipular a su conveniencia y así lograr sus objetivos y esto los psicólogos sociales no lo discuten ni claro ni coherentemente. 

Puerto Rico está en un momento importante en su historia política, hay un proceso plebiscitario y los puertorrqueños deben observar y analizar muy bien las opciones de cambio que le presentan sus líderes políticos. 


Los estadistas estamos claros en que la unión a los Estados Unidos como el Estado 51 es lo correcto porque es una nación de ley y orden que respeta la verdadera democracia representativa y participativa con división de poderes, libertad religiosa, respeto a la disidencia y respeto de la mayoría a través del voto. 


Cuidado con los enemigos de la estadidad que pregonan democracia participativa y social democracia en unión a Latinoamérica porque no te hablan con la verdad, eso es el Socialismo del Siglo XXI Bolivariano. 
Quien te miente no merece tu confianza.
Such is Life!