“Es la Constitución con la que Puerto Rico será admitido
como estado de la Unión”
Luis Fortuño
Gobernador de Puerto Rico
Muy apropiado este mensaje del gobernador, todo estadista lo
debe leer para aclarar muchas dudas que nos han pretendido crear los que creen
en la independencia o el ELA Soberano...
25 de julio de 2012 - Opinión, Política, Puerto Rico
Redacción, EL VOCERO
Redacción, EL VOCERO
Por Luis G. Fortuño
Hoy celebramos el 60 aniversario de la Constitución de
Puerto Rico, el mismo documento que habrá de regir los destinos de nuestro
Pueblo una vez Puerto Rico sea admitido como el estado 51 de la Unión.
De hecho, la proclamación de nuestra Constitución en el 1952
fue uno de los pasos más importantes que los puertorriqueños hemos dado hacia
la Estadidad. Algunos propagan el mito de que el status político de Puerto Rico
proviene de la Constitución y la llaman el “ELA”. Eso no es lo que celebramos
hoy. ‘Estado Libre Asociado’ no es más que la traducción de la palabra
‘Commonwealth’ como parte del nombre del cuerpo político proclamado en la
Constitución en 1952 —y ese no es el status de Puerto Rico.
Los que propagan ese mito también dicen que los estadistas
no valoramos nuestra Constitución. Nada más lejos de la verdad. Es la Constitución
con la que Puerto Rico será admitido como estado de la Unión. En lo que no
creemos los estadistas es en la permanencia del status territorial, que nada
tiene que ver con la Constitución. Ese status territorial es una afrenta a la
dignidad de nuestro Pueblo. El status territorial nos priva de los derechos más
básicos que debe tener un ciudadano en una democracia: voto y representación.
Es igualmente indigno que tengamos que pedir en Washington
por favor, como si fuéramos mendigos, lo que nos correspondería recibir por
derecho. La disparidad en los programas federales no solamente priva a los
puertorriqueños de más seguridad ciudadana, mejores servicios de salud y
educación pública de mayor calidad. También fuerza al gobierno a destinar más
recursos estatales para compensar por la brecha en las asignaciones federales.
Esto resulta en que tengamos que pagar más contribuciones que en cualquier
estado de los Estados Unidos.
Vamos a estar claros en lo que celebramos hoy. Desde el 25
de julio de 1898, nuestro Pueblo ha dado pasos significativos en el camino a
gobernarse a sí mismo en unión a los Estados Unidos. Y esos pasos nos han
llevado a la Constitución como paso intermedio hacia la Estadidad.
Mediante la Ley Pública 600, aprobada en 1950, el Congreso dispuso
que el pueblo de Puerto Rico organizara un gobierno basado en una constitución
adoptada por él mismo. Para ello la Ley Pública 600 dispuso cuatro condiciones
fundamentales: (1) que incluyese una carta de derechos; (2) que crease un
gobierno de forma republicana; (3) que estuviese de acuerdo con las
disposiciones de la Constitución federal; y (4) que estuviese de acuerdo con
las disposiciones de la propia Ley Pública 600.
El récord congresional demuestra que la intención del
Congreso al aprobar la Ley Pública 600 era conceder a Puerto Rico una medida de
gobierno propio sobre sus asuntos locales que se aproximara a la que tienen los
estados de la Unión. Pero el
récord congresional también indica que el Congreso nos preparaba para avanzar
al máximo grado posible de gobierno propio bajo la Constitución de los Estados
Unidos: la Estadidad.
Aunque el Congreso tiene el poder de admitir estados a la
Unión, el poder de crear nuevos estados le pertenece al Pueblo de cada
territorio. Por lo tanto, para que el Pueblo de un territorio, como comunidad
política, pueda ser admitida a la Unión debe primero haberse organizado como
estado bajo una constitución.
Por otro lado, la Constitución de todo estado pendiente de
admisión debe disponer el gobierno de tipo republicano que requiere la
Constitución de los Estados Unidos y contener una carta de derechos que incluya
los principios plasmados en la Declaración de Independencia y los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución federal.
El propósito primordial de esos requisitos es viabilizar la
entrada de un territorio a la Unión y asemejar su Constitución a la de los
otros estados en su organización y principios fundamentales. Esto significa que
la Constitución de un territorio es básicamente la que tendrá como estado.
Este propósito también estuvo presente en el caso de Puerto
Rico al aprobarse la Ley Pública 600 y por eso nuestra Constitución puede
considerarse como una medida preliminar a la Estadidad federada. Al analizar
los alcances del proyecto que posteriormente pasó a ser la Ley Pública 600 el
entonces Portavoz de la Mayoría en la Cámara de Representantes, John McCormack,
se expresó así: “Cualquiera que considerase que este proyecto de ley no es un
paso decisivo que conduce a Puerto Rico hacia la Estadidad en algún tiempo en
el futuro estaría asumiendo una posición y haciendo una afirmación que es
contraria a la lógica y al sentido común.” Y más adelante expresó: “Algún día
en el futuro su caso habrá de desarrollarse hasta el punto de Hawaii y Alaska.”
Es evidente que el Congreso usó la palabra ‘commonwealth’
con el mismo significado que tiene en los nombres oficiales de los estados de
Kentucky, Massachusetts, Pensilvania y Virginia –es decir, para denotar el
cuerpo político, o el gobierno, de una sociedad basada en Derecho o estado que
posee poderes de gobierno propio sobre sus asuntos inmediatos pero que forma
parte de un gobierno mayor o nación.
En realidad, Puerto Rico es un estado, solo que aún no
admitido. No solicitar la admisión ahora es como haber completado todos los
créditos para un bachillerato y no presentarse a la graduación.
El liderato ‘estadolibrista’, que se autoproclama defensor
de la Constitución de Puerto Rico, lejos de valorarla, la denigra. La somete a
una condición territorial que subordina a Puerto Rico al poder del Congreso;
somete a los puertorriqueños a un trato desigual y discriminatorio; y nos priva
como ciudadanos americanos de los más fundamentales derechos en una democracia
representativa.
Lejos de enaltecer la gesta de la Convención Constituyente,
ese liderato menosprecia la memoria de sus forjadores que incluyeron en su
Preámbulo la siguiente declaración: “consideramos factores determinantes en
nuestra vida la ciudadanía de los Estados Unidos de América y la aspiración a
enriquecer continuamente nuestro acervo democrático en el disfrute individual y
colectivo de sus derechos y prerrogativas” al igual que “la lealtad a los
postulados de la Constitución federal”.
Si valoramos nuestra Constitución debemos enaltecerla
culminándola con la Estadidad: el único status político que es digno de ella y
que a la vez le garantiza a nuestro Pueblo la ciudadanía americana y un futuro
de paz, progreso y bienestar.
Nuestro destino está escrito.
¡Estadidad Ahora!
Such is Life!